Parece claro que el Estado español no va a permitir una consulta popular para que el pueblo catalán se defina sobre la independencia -eufemísticamente, derecho a decidir- de Catalunya. La Constitución no permite este tipo de iniciativas. Incluso está previsto que intervenga el Ejército si fuese necesario. Conociendo el valor de los actuales políticos catalanes la cosa puede eternizarse, a no ser que hagan un juego de manos: recurrir a una pregunta inocente que cualquiera pueda interpretar su real significado. Por ejemplo:
¿En Navidad prefiere beber cava catalán o un espumoso español?
Es evidente que la respuesta de los catalanes no sería vinculante, pero también lo es que el Estado español quedaría inerme ante esta propuesta. De este modo, por fin, los políticos catalanes sabrían de manera veraz cuanta gente en Catalunya prefiere el cava...
Muchas veces no es necesario enfrentarse de manera frontal, resulta mejor buscar un resquicio en la pared.